¿Quién Soy?
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¿Quién Soy?
Esta pregunta se enuncia con tanta frecuencia, como si nuestro ser fuera algo estático, inmóvil o estuviera estancado. Irónicamente, cuanto más tratamos de identificar quiénes somos, es más probable que nos sintamos más frágiles e inseguros con nosotros mismos. De este modo, la respuesta no debería estar centrada en averiguar quiénes somos, sino en lo que nos gustaría experimentar en nuestra vida.
Los rasgos y características individuales de nuestro ser deben verse como un proceso fluido y continuo, donde cada uno nos estamos reorganizando, repensando y reconsiderando a nosotros mismos constantemente. El ser testigos de nuestros pensamientos, sin reaccionar por viejos hábitos y estar conscientes de nuestro presente único e individual, nos permite delinear mejor nuestras vidas.
Después de todo, en lugar de permanecer atascados en el miedo, la desconfianza y la incertidumbre, nos conviene más despertar a una sensación de asombro y aventura de esta transformación continua y fluida de nosotros mismos. Así también, estará esperando nacer un nuevo sentido de nuestro propio “yo”, y por ende, tendremos una mejor oportunidad de rehacernos a nosotros mismos en el camino.
En el otro extremo del miedo, la desconfianza y la incertidumbre, se encuentran aquellos que afirman conocerse demasiado bien a sí mismos. No obstante, al estar en este otro lado, significa igualmente tener inconsistencias y debilidades de la propia identidad, pues no deja ningún espacio para el crecimiento interior y sugiere una profunda fragilidad y vulnerabilidad del ser, contra la que uno se está defendiendo.
Tienen mucho sentido y valor propios poseer conciencia íntima de nuestros pensamientos, sentimientos, ilusiones y temores. La clave está en tener un sentido comprensible, maleable y flexible de nosotros mismos.
La clave de poseer una conciencia íntima de “quién eres”, está en tener un sentido comprensible, maleable y flexible de ti mismo.
Averiguando la Respuesta
Los seres humanos nos preocupamos mucho -a veces demasiado- por lo que otras personas piensan de nosotros. Nos parece normal que debamos “preocuparnos” por quiénes somos y lo que pensamos de nosotros mismos.
Por otro lado, la cultura en que nos desarrollamos también representa otro factor externo a considerar. Por ejemplo, en un estudio universitario se investigaron qué autoconcepto tenían de sí mismos estudiantes japoneses y norteamericanos. El resultado de este estudio demostró que existen diferencias considerables entre culturas, siendo notable que los japoneses fueron más negativos en su valoración de autoconcepto y de autocrítica.
La filósofa inglesa Mary Midgley señaló alguna vez: “no somos cada uno solo uno, sino también muchos”; es decir que, cada uno de nosotros actuamos de manera diferente en diferentes circunstancias, momentos y contextos. Los seres humanos somos un grupo complicado de individuos, llenos de modelos y patrones de comportamientos conflictivos e igualemente complejos.
Nuestro universo, en el que habitamos, existe en un estado latente de potencial fluidez, siempre cambiante, en una actividad dinámica de renacimiento y transformación. Y es fundamental comprender que, de hecho, somos parte de ese universo. El objetivo, entonces, es acceder a ese potencial en nosotros mismos, manteniendo las partes de nuestra identidad que continúan sirviéndonos bien y despojándonos de los residuos viejos y habituales que nos estorban y oprimen.
Si hay un desorden entre cómo te ves a ti mismo y lo que te gustaría ser, es probable que esto afecte cuánto te valoras a ti mismo. Por lo tanto, la “imagen ideal de ti mismo” puede no estar relacionada con lo que realmente sucede en tu vida y no ser tampoco afín a tus experiencias. En consecuencia, puede estar existiendo una muy marcada diferencia entre tu “yo” ideal y tus experiencias reales de vida. Esto se conoce como una incongruencia.
Cuando tu “yo” ideal y tu experiencia de vida real están equilibrados o son muy similares, se dice entonces que existen en un estado de congruencia. Para nuestra tranquilidad, resulta muy difícil, si no imposible, que haya alguna persona con un estado total de congruencia. Todas las personas experimentamos una cierta cantidad de incongruencia en nuestras vidas.
El psicólogo inglés Michael Argyle, dice que hay cuatro variables principales que intervienen en el proceso de este estado de congruencia:
- La forma en que los demás reaccionan ante nosotros
- Cómo nos comparamos con los demás
- Nuestros roles sociales
- El grado en que nos identificamos con otras personas
“¿Cuál es el propósito de mi vida…?¿Qué diablos estoy haciendo aquí…? ¡¿Quién soy yo…?!”
En su reciente libro “¿Quién Soy Yo? Ejercicios psicológicos para desarrollar la autocomprensión”, Alain de Botton, destaca que una de las tareas más difíciles a las que nos enfrentamos todos es la de averiguar quiénes somos realmente.
Sin embargo, si contamos con las indicaciones, las sugerencias y apoyos que nos ayuden a descubrir y organizar nuestra imagen de nosotros mismos, podremos llegar a apreciar de manera acumulativa cuán rica es nuestra propia identidad; y, de la misma manera, podremos llegar a apreciar cuán complicadas, hermosas y, a veces dolorosas, han sido nuestras experiencias.
Advierte además, cómo el autoconocimiento es fundamental para una vida sabia y plena, aun cuando esté llena de muchos sentimientos y planes, a menudo contradictorios.
Según la psicología contemporánea, el “yo” no es una “cosa” sino más bien un “proceso” de adaptación continua a las circunstancias cambiantes en nuestro interior y a nuestro alrededor. Y el hecho de que tan a menudo nos veamos a nosotros mismos como más capaces, considerados y seguros de lo que realmente somos, sirve a nuestra capacidad de adaptación a las circunstancias.
El profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad Estatal de Ohio, Steven Reiss, destaca en su libro “¿Quién Soy Yo?”, que tenemos 16 deseos básicos y universales que conforman nuestras conductas y nuestros comportamientos, desde la ‘aceptación’ y la ‘curiosidad’ hasta la ‘venganza’.
Según las condiciones y la forma en que les damos prioridad y preferencia a estos deseos y a estas emociones, iremos determinando nuestras personalidades, nuestra autimagen y nuestras relaciones personales y laborales con los demás alrededor nuestro.
Una reflexión interesante, también a esta pregunta, la planteó John Newton, compositor de himnos del siglo XVIII, cuya obra más reconocida es el himno “Amazing Grace”: “No soy lo que debería ser, no soy lo que quiero ser, no soy lo que espero ser en otro mundo; pero aún no soy lo que solía ser, y por la gracia de Dios soy lo que soy”.
Las personas que se torturan a sí mismas al hacerse artificiosa y quiméricamente la pregunta “¿Quién Soy?”, por lo general no progresan. La ansiada solución al problema de plantearse así esta pregunta, no aparecerá absolutamente de la nada.
Esta pregunta suele ser formulada, o por personas que se han perdido en la rutina y en la falsedad de sus vidas, o por personas que creen en su capacidad de alcanzar la cima de su crecimiento personal. La diferencia latente estará marcada por la gravedad o la sazón con que se elabore la misma pregunta.
Fíjarte un objetivo determinado en tu vida y comenzar a hacer lo posible para lograrlo, es determinante para que encuentres la respuesta a “quién eres”.
¿Cómo Te Gustaría Percibir Tu Vida?
Eleanor Roosevelt, escritora, activista y ex primera dama de los Estados Unidos, apuntó alguna vez: “Soy quien soy hoy debido a las decisiones que tomé ayer”.
Fíjate un objetivo determinado en la vida y comienza a hacer todo lo posible para lograrlo. Por ejemplo:
- Aprende a ser tu mismo, siempre.
Asume la responsabilidad total de tus acciones y mírate con un sentido flexible de ti mismo.
- Puedes volverte más vulnerable al miedo de que tus amigos te malinterpreten y te abandonen.
No te decepciones si tus viejos amigos te dejan alguna vez. Nuevos amigos compartirán tus puntos de vista y conocerán tu nueva personalidad.
- No tengas miedo de sentirte cómodo entre gente nueva.
La mejor manera de superar el miedo a comunicarte con extraños es comenzar a hablar primero, y no temas de equivocarte al hablar.
- Nunca finjas ser alguien que no eres.
Te ayudará a estar en armonía contigo mismo, porque tendrás una percepción adecuada de ti.
La respuesta a la pregunta “¿Quién Soy?” aparecerá continuamente en el proceso de tu vida, pero, principalmente, cuando comienzas a establecer ciertas metas (por mínimas que sean, como en los ejemplos anteriores). Será en tu camino hacia lograrlas, cuando darás inicio a la comprensión de ti mismo, de “quién eres” y a lo que realmente quieres obtener de la vida.
“Si Quieres… ¡Sucede!”
José Karlos®
Estimado lector: Esta publicación es solo para fines informativos. No pretende ser un sustituto de una adecuada asistencia profesional, o de un tratamiento apropiado de salud personal por parte de un médico calificado.